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Si existe una tendencia clara en cuanto a la arquitectura del siglo XXI se refiere, esa es la construcción y correspondiente proliferación de edificios, tanto públicos como privados, que utilizan el vidrio como principal componente.

Los motivos que hacen crecer esta tendencia se fijan sobre las múltiples ventajas que permite la instalación de enormes ventanales, incluso llegando a recubrir toda la edificación con cristal. Dotando la estructura de un diseño lineal tan llamativo como atractivo, permite que toda la luz natural penetre en el interior de las viviendas, oficinas, negocios… Además de ello, el espacio semeja ampliarse en el interior.

El auge de la Arquitectura de Cristal

Son los rascacielos los que más hacen uso de la denominada «Glass Architecture» o «Arquitectura de Cristal». Las nuevas tecnologías en cuanto al tratamiento del vidrio se refieren han hecho posible esta transformación que ha pasado por el laminado, el templado e, incluso, el armado con butilo. Ya en el propio Renacimiento, este tipo de arquitectura era ampliamente deseada y aceptada en, especialmente, construcciones religiosas, como bóvedas, columnas, vidrieras en las catedrales…

Como sucede con otros ámbitos, como la información, la era transparente incide de forma directa sobre las construcciones. Con todo ello, por ejemplo, las empresas se vuelven más abiertas, lo que otorga mayor confianza a sus clientes y/o potenciales consumidores.

Sin embargo, lo que en un comienzo podría implicar un cambio en las costumbres sociales, debido, principalmente, a la visibilidad que otorga el vidrio y la consiguiente falta de privacidad, se ha visto subsanado con la instalación de láminas solares sin la pérdida de ninguna de las ventajas anteriormente mencionadas.

El incremento del valor con láminas solares

Una de las principales preocupaciones que suelen surgir en torno a este material es la fragilidad. Por supuesto, no se utiliza el mismo vidrio para la construcción y la arquitectura que el que podemos encontrar en productos de nuestro hogar. A pesar de esto, no están exentos —al igual que puede llegar a ocurrir con cualquier tipo de material— a fisuras o grietas.

La solución, por supuesto, viene de la mano de las láminas solares. No solo protegen el cristal ante cualquier rotura, ya que los fragmentos no se desprenden, sino que también vela por la seguridad y la privacidad.

Las láminas tipo espejo son las que mejor funcionan en estas edificaciones. La luz natural seguirá entrando, la sensación de espacio continuará siendo plena, se ahorrará gracias a la regulación de la temperatura, pero nuestros muebles y, sobre todo, nuestras vidas, se verán protegidas.

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